Vida Crediticia en Colombia: Más Allá de los Bancos, la Huella de Claro
CONTENIDO:
- ¿Qué es la Vida Crediticia y por qué su importancia trasciende lo bancario?
- La huella de las telecomunicaciones: Cómo un plan pospago construye historial
- Monitoreo constante: ¿Qué esconde su historial crediticio?
- Pasos prácticos: Consultar y comprender su puntaje
- Construir y mejorar el puntaje: Estrategias concretas a través de telecomunicaciones
- Errores que perjudican la vida crediticia: Las trampas más comunes
- Análisis crítico: ¿Inclusión real o formalización de la exclusión?
- Conclusión: Una herramienta en construcción que demanda una mirada integral
- Guía Completa sobre Vida Crediticia y Datacrédito en Colombia
A junio de 2025, aproximadamente 19.7 millones de adultos colombianos, el 51.2% de la población adulta, tienen acceso a algún producto de crédito formal, según datos de Banca de las Oportunidades y la Superintendencia Financiera de Colombia. Esta cifra, que ha crecido sostenidamente, revela un entramado de acceso al financiamiento que va mucho más allá de las instituciones bancarias tradicionales. La composición es clave: mientras que un 38.3% accede a crédito a través del sector financiero vigilado, el 28.5% lo hace mediante entidades del sector formal no financiero, destacándose de manera prominente las empresas de telecomunicaciones como Claro.
Este panorama, donde el Banco de la República mantiene la tasa de interés de referencia en 9.25% desde abril de 2025, subraya la importancia de cada punto de contacto financiero en la vida de los colombianos. La inflación, que en septiembre de 2025 alcanzó un 5.2%, añade una capa de complejidad al costo del crédito, haciendo que una sólida vida crediticia sea más que una ventaja: es una necesidad para la estabilidad económica personal.
¿Qué es la Vida Crediticia y por qué su importancia trasciende lo bancario?
La vida crediticia no es un concepto esotérico, ni mucho menos una "lista negra" reservada para quienes incumplen sus obligaciones. Es, en esencia, el registro histórico del comportamiento financiero de una persona frente a sus compromisos de pago. DataCrédito, la central de riesgo más consultada en el país, lo explica claramente: este historial se construye con reportes de bancos, cooperativas, empresas de telecomunicaciones, fintechs y cualquier otra entidad que otorgue crédito o servicios sujetos a pagos recurrentes. Documenta tanto lo bueno como lo malo, configurando una verdadera reputación financiera.
En Colombia, esta reputación es compilada por tres centrales de riesgo principales: DataCrédito (Experian), TransUnion (CIFIN) y ProCrédito, todas bajo la vigilancia de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC). Cada una procesa la información para generar un puntaje, generalmente entre 150 y 950 puntos, que se convierte en el termómetro de la solvencia. Un puntaje alto puede abrir las puertas a hipotecas, vehículos o créditos de libre inversión; uno bajo, cerrar incluso el acceso a un plan de telefonía móvil.
Pero la relevancia de este historial no se detiene en los productos financieros. He cubierto casos donde una vida crediticia deficiente ha sido un obstáculo en procesos de selección laboral, ya que algunos empleadores —especialmente en sectores sensibles— consultan estos registros. También impacta la capacidad de arrendar vivienda o acceder a servicios básicos. En un país donde el 92.5% de las mujeres colombianas tiene acceso a productos financieros, pero persisten brechas de acceso al crédito en zonas rurales y entre jóvenes menores de 25 años, el historial crediticio se erige como un puente o una barrera hacia oportunidades económicas fundamentales. ¿Se ha preguntado alguna vez cómo sus pagos cotidianos pueden estar construyendo o minando este perfil?
La huella de las telecomunicaciones: Cómo un plan pospago construye historial
Cuando usted contrata un plan pospago con Claro, o cualquier otro operador de telecomunicaciones, no solo está adquiriendo minutos y datos. Desde la óptica del sistema crediticio, está activando un mecanismo de reporte directo a las centrales de riesgo. Cada factura pagada puntualmente, cada cuota de su plan honorada en la fecha de corte, constituye un acto de cumplimiento que se registra y fortalece su reputación crediticia. La Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) establece que los operadores tienen la obligación de reportar este comportamiento, transformando un servicio básico en un constructor de historial.
Lucía, una usuaria de Bogotá con la que tuve la oportunidad de conversar, me comentaba: "Nunca pensé que pagar mi plan pospago me ayudaría a construir un historial crediticio. ¡Fue una grata sorpresa cuando me enteré!" Su experiencia no es aislada. Para millones de colombianos sin productos financieros tradicionales, el plan pospago se ha convertido en una puerta de entrada accesible a la vida crediticia formal.
La financiación de dispositivos móviles representa un paso aún más directo. Cuando Claro, por ejemplo, ofrece un celular de última generación a cuotas incluidas en la factura pospago, crea una obligación crediticia explícita. Andrés, de Medellín, compartió: "Compré un celular financiado con Claro y fue así como descubrí que ya tenía una vida crediticia. ¡Ni siquiera lo sabía!" Este tipo de compromiso funciona de manera idéntica a un préstamo personal o una tarjeta de crédito, y el cumplimiento puntual de las cuotas demuestra una capacidad de endeudamiento responsable, mejorando la posición crediticia.
Claro Score, un sistema de calificación de riesgo crediticio propio del operador, utiliza precisamente esta información de comportamiento en servicios de prepago, pospago y hogar. Según el operador, de cada 100 clientes rechazados por centrales de riesgo tradicionales, Claro Score logra identificar y aprobar a 21 de ellos. Esta capacidad de "segunda mirada" es un avance importante para la inclusión financiera, especialmente para quienes quedan atrapados en la brecha de los modelos convencionales.
Monitoreo constante: ¿Qué esconde su historial crediticio?
Uno de los errores más frecuentes que he observado a lo largo de los años cubriendo el sector, es la pasividad de los colombianos frente al estado de su vida crediticia. Según reportes de DataCrédito, más de 650 mil ciudadanos consultaron mensualmente su información en 2024, y el 80% de ellos reportó que esta consulta tuvo un impacto positivo. Sin embargo, esto significa que millones de personas aún no ejercen su derecho a informarse regularmente.
El monitoreo periódico de su historial crediticio no es solo una buena práctica, es una salvaguarda. Permite identificar problemas críticos como errores administrativos (una factura que aparece como impaga cuando no lo es), suplantación de identidad (alguien contrata servicios a su nombre) o reportes desactualizados. En octubre de 2025, la Corte Constitucional declaró exequible la ley que regula la corrección de información financiera, facilitando el proceso: ahora basta una reclamación formal ante la entidad que hizo el reporte incorrecto para que, mientras se investiga, la persona no sea calificada como deudor en mora. Esto representa un avance significativo en la protección al consumidor financiero.
Un usuario reportado injustamente puede ver su puntaje caer drásticamente, con consecuencias que se extienden por años. Las centrales de riesgo están obligadas a mantener la información negativa por un período equivalente al doble de la duración de la mora, con un máximo de cuatro años. La Ley 1266 de 2008, conocida como Ley Habeas Data, consagra el derecho a acceder a esta información de manera gratuita al menos una vez al mes.
Pasos prácticos: Consultar y comprender su puntaje
Acceder a la información de su vida crediticia es más sencillo de lo que muchos piensan. Para consultar en DataCrédito, la central más utilizada, el proceso es el siguiente:
- Ingrese a Midatacrédito.com.
- Complete la validación de identidad, que incluye datos personales y preguntas de seguridad.
- Acceda a su perfil para ver su historial crediticio completo: obligaciones reportadas, estados de pago ("al día", "vencidos", "en cobro judicial", "castigados"), y su comportamiento histórico.
Esta consulta gratuita mensual es su derecho. Además, las centrales ofrecen planes premium. En octubre de 2025, DataCrédito actualizó sus precios: el plan Protección Premium, el más completo, cuesta $30.900 mensuales. Si bien tiene un costo, permite un diagnóstico integral y alertas sobre cambios, vital para detectar fraudes.
Para TransUnión/CIFIN, el procedimiento es similar a través de sus plataformas. ProCrédito, por su parte, ofrece la ventaja de desbloqueo inmediato de información, sin esperar los 30 días que establece la Ley Habeas Data para obtener respuesta a derechos de corrección. Es importante recordar que el puntaje crediticio se compone de cuatro factores principales, según DataCrédito:
- Hábitos de pago: El más importante. Refleja si paga a tiempo.
- Endeudamiento actual: Qué porcentaje de sus líneas de crédito disponibles está utilizando.
- Composición del portafolio: La diversidad de tipos de obligaciones (tarjetas, préstamos, planes pospago).
- Antigüedad de la experiencia crediticia: Cuánto tiempo lleva en el sistema.
Construir y mejorar el puntaje: Estrategias concretas a través de telecomunicaciones
La construcción de un historial crediticio sólido no es un proceso de la noche a la mañana, pero puede iniciarse desde los niveles más accesibles del sistema. Para quienes no tienen historial previo o buscan recuperarse de reportes negativos, las opciones iniciales son limitadas pero efectivas. Los expertos financieros, y mi propia experiencia en el campo, coinciden en que los servicios de telecomunicaciones representan la puerta de entrada más accesible y con menores barreras de aprobación.
El primer paso es adquirir un plan pospago de bajo valor. A diferencia de los servicios prepago, que no generan reporte crediticio, un plan pospago que cueste desde $30.000 o $40.000 mensuales implica un compromiso de pago. Un usuario que honra esta obligación puntualmente durante seis meses, sin faltar a una sola fecha, crea un antecedente positivo tangible en su perfil. Carlos, de Cali, me contó que gracias a su plan pospago "perfectamente pagado", le aprobaron un préstamo para la universidad de su hijo, una "grata sorpresa" que no esperaba.
Una vez establecido este pilar, el siguiente paso es la financiación de un dispositivo. Claro, Movistar y otros operadores ofrecen planes donde el costo del equipo se divide en cuotas y se suma a la factura pospago. Mantener estos pagos al día durante 12 meses demuestra una capacidad crediticia más sofisticada, enviando señales positivas a las entidades financieras sobre su responsabilidad. Rocío, de Barranquilla, aunque temía revisar su historial por olvidos pasados, descubrió que Claro había registrado "todos mis pagos puntuales", lo que le dio tranquilidad.
Es igualmente crucial mantener la ocupación de su crédito por debajo del 50%. Si tiene un cupo de $1.000.000, evite utilizar más de $500.000. Esta métrica es especialmente sensible para los algoritmos crediticios, que penalizan el "jineteo financiero" – usar crédito liberado de una obligación para pagar otra – como un signo de fragilidad.
Estrategias para personas con reportes negativos:
- Pagar deudas pendientes: Priorice liquidar todas las deudas en mora. Las centrales actualizan mensualmente, pero en algunos casos, una notificación formal ayuda.
- Abrir nuevas líneas de bajo riesgo: Un nuevo plan pospago, una tarjeta de crédito asegurada (respaldada por un depósito), o un microcrédito. Demuestran que hay un esfuerzo por recuperarse.
- Patrón de pagos puntuales: Mantenga la disciplina por al menos 24 meses. Es el período en el que las centrales de riesgo comienzan a "olvidar" los eventos negativos pasados.
Errores que perjudican la vida crediticia: Las trampas más comunes
Construir una vida crediticia sólida no solo implica hacer lo correcto, sino también evitar activamente una serie de errores que pueden desbaratar años de buen comportamiento. El más obvio es el incumplimiento de pagos. Una sola cuota atrasada por más de 30 días genera un reporte negativo que impacta inmediatamente el puntaje, restando decenas de puntos. Después de 90 días sin pagar, el impacto es aún más severo y difícil de revertir.
Otro error crítico es el "jineteo financiero". Este patrón, donde una persona utiliza el crédito liberado de una obligación para cubrir otra, es una clara señal de fragilidad e insostenibilidad para las centrales de riesgo. Los algoritmos lo penalizan drásticamente porque denota una incapacidad para gestionar múltiples deudas simultáneamente.
El sobreendeudamiento es una trampa silenciosa. Mantener una ocupación del crédito cercana al 100% —es decir, utilizando la totalidad de las líneas disponibles— genera una señal de riesgo extremo. Incluso si todos los pagos son puntuales, un usuario que ha "maxeado" todas sus líneas de crédito es percibido como alguien al borde de una emergencia financiera que podría desencadenar el impago.
Servir como codeudor, aunque parezca un acto de buena fe, entraña riesgos significativos. Si el deudor principal incumple, ambas partes son reportadas negativamente. He visto casos donde personas con un historial impecable vieron su puntaje arruinado por ser solidarios con un familiar o amigo que no pudo cumplir.
Un error cada vez más común es ignorar las comunicaciones de las entidades financieras. Cuando una institución le envía un mensaje o lo llama por un pago vencido, a menudo existen opciones de reestructuración, acuerdos de pago o incluso condonaciones de intereses. Ignorar estos contactos suele llevar a que el reporte negativo se oficialice y se agrave, cuando una simple conversación a tiempo podría haber evitado el daño mayor.
Finalmente, no monitorear el historial crediticio es una negligencia costosa. Muchos colombianos se enteran de que tienen reportes negativos solo cuando solicitan un crédito y son rechazados. Esta falta de vigilancia impide identificar errores administrativos, fraudes o reportes desactualizados a tiempo para tomar acciones correctivas. La proactividad aquí puede ahorrar años de dificultades financieras.
Análisis crítico: ¿Inclusión real o formalización de la exclusión?
El modelo de construcción de vida crediticia a través de los servicios de telecomunicaciones presenta una paradoja central que, como periodista, no puedo obviar. Por un lado, ha sido un motor de inclusión financiera. Según Banca de las Oportunidades y la Superintendencia Financiera, el sector formal no financiero ha permitido que 10.9 millones de adultos colombianos accedan a crédito formal, quienes de otra manera habrían estado excluidos. Para poblaciones rurales, jóvenes sin empleo formal o migrantes sin referencias bancarias previas, los servicios pospago son un puente crucial hacia la formalidad, reduciendo la dependencia de préstamos informales con tasas de usura que alcanzan el 382% anual.
Sin embargo, la realidad es que este mecanismo no está exento de vulnerabilidades. La primera es la asimetría de información. Millones de usuarios de planes pospago desconocen que están construyendo un historial crediticio y no comprenden el impacto real de un incumplimiento. Un usuario que deja de pagar una factura de Claro por una dificultad temporal asume que solo perderá el servicio, sin percatarse de que podría comprometer su acceso futuro a educación, empleo o vivienda.
La segunda vulnerabilidad es la "captura" del historial. Dado que las telecomunicaciones suelen tener estándares de aprobación más laxos que los bancos, pueden generar reportes positivos iniciales que crean una falsa sensación de seguridad. Cuando el usuario accede a crédito bancario real en montos más altos, corre el riesgo de sobreendeudarse, pues no fue evaluado rigurosamente en la etapa inicial. Esto no es solo una hipótesis; he cubierto casos donde esta progresión ha llevado a crisis personales.
La falta de regulación específica de protección al consumidor en este ámbito es otra preocupación. Mientras que los establecimientos de crédito bajo la Superintendencia Financiera cumplen con estándares estrictos de transparencia, los operadores de telecomunicaciones operan en un marco más laxo en lo que respecta a sus funciones de reporte crediticio. Esto genera un vacío que puede ser aprovechado o, simplemente, generar desprotección.
El riesgo de fraude también es creciente. Los casos de suplantación de identidad, donde se contratan planes pospago a nombre de víctimas para luego dejar de pagar y afectar su historial, son lamentablemente frecuentes. Aunque la nueva regulación de octubre de 2025 establece requisitos más estrictos de validación de identidad, su implementación es un desafío y sus costos podrían, paradójicamente, recaer en usuarios legítimos.
Finalmente, existe una preocupación por la regresividad. Las personas de menores ingresos, que son quienes más dependen de las telecomunicaciones para acceder a crédito, son también las más vulnerables a la insolvencia ante choques económicos. En un contexto de tasas de interés elevadas (9.25% en octubre de 2025) y presiones inflacionarias, el riesgo de incumplimiento generalizado en esta población es significativo, y puede generar una crisis de mora masiva en un segmento crediticio que históricamente ha mostrado altas tasas de mora.
Perspectiva crítica: ¿Inclusión o segregación?
Francamente, el modelo actual presenta una paradoja. Ha duplicado el acceso al crédito formal, pasando de 35.5% a 51.2% en 2024 cuando se incluyó el sector no financiero. Pero, ¿es esto inclusión real o una formalización de la exclusión? Una persona que construye un historial con un plan pospago de $30.000 mensuales puede acceder a un crédito de consumo, pero seguirá excluida de un crédito de vivienda sin garantías reales o de crédito productivo significativo. El historial crediticio, bajo esta lente, puede funcionar como un mecanismo de segregación económica: permitiendo un acceso mínimo, mientras se niega el acceso sustantivo.
La falta de educación financiera agrava el panorama. Millones de colombianos contratan servicios de telecomunicaciones sin entender las implicaciones crediticias de sus decisiones. Un usuario que deja de pagar su plan pospago por un desempleo temporal no percibe que está desencadenando una cadena de eventos que pueden resultar en su exclusión del sistema financiero por hasta cuatro años. La solución, desde esta perspectiva, debe integrar no solo mecanismos de inclusión, sino también políticas agresivas de educación financiera y protección del consumidor que empoderen al ciudadano.
Además, está la cuestión de la equidad distributiva. La propensión al incumplimiento es mayor en poblaciones vulnerables, a menudo por factores económicos fuera del control individual. Si el sistema de calificación crediticia castiga severamente a quienes tienen dificultades coyunturales, puede exacerbar desigualdades en lugar de reducirlas. Las trayectorias crediticias analizadas por el Banco de la República confirman que, aunque existen recuperaciones, estas tardan años e implican períodos de exclusión completa.
Finalmente, la sostenibilidad del modelo es una pregunta abierta. Si la base de la pirámide de ingresos se incorpora al sistema crediticio a través de este canal, ¿qué sucede ante choques macroeconómicos? Las proyecciones para 2025 y 2026 hablan de un crecimiento moderado del 2.6%, con presiones inflacionarias persistentes. En este escenario, las probabilidades de incumplimiento generalizado en esta población aumentan significativamente, lo que podría generar una ola de morosidad en un segmento crediticio con riesgos inherentes.
Conclusión: Una herramienta en construcción que demanda una mirada integral
La vida crediticia, construida y monitorizada a través de servicios de telecomunicaciones, representa un avance genuino en la inclusión financiera colombiana. Para decenas de millones de ciudadanos excluidos del sistema bancario tradicional, los planes pospago y la financiación de equipos abren puertas que de otra manera permanecerían cerradas. El acceso a información crediticia, ahora garantizado por ley, combinado con herramientas de monitoreo como Midatacrédito, permite a los colombianos tomar un control más activo de su perfil crediticio.
Sin embargo, esta herramienta debe entenderse en su contexto real: como un componente de un sistema más amplio con vulnerabilidades estructurales. El reto para los reguladores, los operadores de telecomunicaciones y el sistema financiero en su conjunto es garantizar que la inclusión crediticia no se convierta simplemente en una formalización de deuda para poblaciones vulnerables. Requiere una inversión simultánea y robusta en educación financiera, en una protección efectiva del consumidor que se adapte a esta nueva realidad, y en el diseño de productos crediticios que reconozcan las características específicas y las necesidades de esta población. Mientras esto no ocurra de manera integral, la vida crediticia seguirá siendo una promesa incompleta de movilidad económica en Colombia.





